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Cuando el alcohol se adueña del volante

Cuando el alcohol quiere tomar las riendas del vehículo, suele ser un momento de gran peligrosidad. Como lo son también los fines de semana si hablamos de la ruta y la conducción.  

Por lo cual, aunque parezca una locura, es importante que se organice si quiere salir y beber alcohol. ¿De qué manera? Eligiendo entre su grupo de amigos al conductor designado; en el caso de no contar con eso, tener a mano el número de un taxi o pernoctar en la casa de algún conocido. Nunca se debe subestimar el alcohol, ya que una sola bebida puede causar una alteración de las funciones cognitivas que imprescindibles a la hora de conducir; como por ejemplo alteración del campo visual, el juicio mental y las habilidades motoras. 

Durante la década de 1980, en EEUU, se redujeron considerablemente los accidentes vehiculares a causa del alcohol. Esto fue consecuencia de la disminución del límite legal permitido de alcohol y el aumento de la edad establecida legalmente para poder beber, señalando los 21 años como la edad instituida. Por otro lado, también fueron de gran ayuda las campañas educativas sobre el peligro del alcohol al volante y los efectos nocivos que esto puede tener.  

A pesar de, lo mencionado anteriormente en relación a la disminución de siniestros, se pudo observar que durante más de 20 años, ese límite que se implementó como permitido fue el causante de un tercio de los accidentes de tránsito con víctimas fatales, por lo cual, a pesar de que se ha disminuido el límite legal de concentración de alcohol en sangre, todavía no es suficiente para reducir significativamente los accidentes, ya que aquellos conductores con concentraciones de alcohol de 0.08 o más han causado la pérdida de aproximadamente 10,000 vidas cada año. 

El Consejo Nacional de Seguridad plantea como objetivo seguir reduciendo los números de siniestros viales, en el caso del consumo de alcohol, sería menester concientizar sobre las consecuencias que trae aparejado, por ejemplo la discapacidad que comienza con el primer trago; y por otro lado, mientras más se reduzca el límite legal de concentración de alcohol en sangre para los conductores, mayor será el resultado que se pretende obtener.  

En muchos países del mundo es ilegal conducir con cualquier grado de alcohol en la sangre (tolerancia cero). Sin embargo, hay países que tienen cierta tolerancia con respecto al grado de alcohol en la sangre de un conductor, como es el caso de EEUU siendo 0.08 g/dl, a diferencia de otros países como Argentina o Europa donde el límite coincide en 0,05 g/dl; aunque no suele aplicar para conductores profesionales. En cuanto a las sanciones, varían según la concentración de alcohol en una persona, estado entre multas leves hasta detención y pérdida de la licencia por ser considerado ya un crimen. 

Los estudios que se han llevado a cabo en EEUU, demuestran que teniendo la concentración límite de alcohol permitido, los conductores ya se han deteriorado significativamente a este nivel. 

Una persona que conduce con alcohol en sangre es una amenaza para todos los demás, y por lo general a pesar de saber eso, la gran mayoría admite haber conducido cuando pensaban que estaban cerca o por encima del límite legal. 

Teniendo en cuenta todo esto, cae por sentado que no es suficiente todo lo que ha hecho sobre las consecuencias del consumo de alcohol y la conducción y que debe hacerse mucho más para educar a nuestros conciudadanos sobre el consumo de esta sustancia, y mientas más información tenga la gente mejor puede ser el cambio. Para ello se debería implementar una estrategia basada en la teoría del comportamiento humano para cambiar esas creencias y finalmente influir en el cambio generalizado. 

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