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DEMENCIA Y SEGURIDAD VIAL

Es reconocido que el deterioro de las funciones cognitivas puede influir en las habilidades de manejo vehicular. Los procesos de Deterioro Cognitivo Leve (DCL) y Demencia presentan alteraciones cognitivas que afectan las capacidades instrumentales e influyen en la conducción segura. El aumento de la expectativa de vida implica un aumento en el número de conductores mayores de 65 año, y esto implica asimismo un factor de riesgo para sufrir enfermedades neurodegenerativas.  En nuestro país los accidentes de tránsito en el grupo etáreo de mayores de 64 años constituyen el 10% del total.  Para valorar habilidades de manejo, debemos contar con una evaluación completa que incluya un examen neurológico, el historial de manejo y una evaluación de capacidades cognitivas. Los pacientes con Demencia Leve y algunos con DCL no debieran conducir. Se debiera introducir a estos pacientes en un plan para la eventual cesación de manejo, presentándole opciones alternativas de transporte y enfatizar en que se coordinen estos esfuerzos con los familiares y/o cuidadores. 

El deterioro cognitivo progresivo se manifiesta inicialmente por una pérdida de la memoria lentamente evolutiva, que afecta principalmente a la memoria de fijación, y más tarde se extiende también a los recuerdos del pasado lejano. Además, estos pacientes padecen trastornos de la conducta y neuropsicológicos, en los que el deterioro psíquico comienza por trastornos de lenguaje aislados como afasia progresiva, o sólo por alteraciones visuales y espaciales. Después, el trastorno se generaliza hasta el deterioro cognitivo integral. La pérdida de memoria inicial puede persistir relativamente inaparente durante más de una década. El diagnóstico temprano suele resultar difícil y muchos de los casos de demencia pasan inadvertidos a los médicos. La personalidad suele estar bien conservada al principio; sin embargo, la depresión es frecuente y alcanza a cerca del 20% de los enfermos. Un discreto parkinsonismo, trastornos de la marcha y ciertas manifestaciones motoras pueden aparecer también en estos primeros momentos, lo cual indica las tremendas dificultades en la conducción de un automóvil. En cualquier caso, la pérdida progresiva del control cognitivo del paciente, unida al deterioro psicomotor, impide realizar las habilidades de la conducción y permite, por lo tanto, una mayor vulnerabilidad frente a las incidencias en el tráfico. El deterioro en la función visual del conductor con Alzheimer, con dificultad en la lectura, en el reconocimiento de las formas y los colores, en la orientación visual y espacial, y en la percepción del movimiento, explica la peligrosidad al volante, así como su propia inseguridad como peatón.  

La posibilidad de que personas de edad avanzada con demencia sigan conduciendo es un motivo de preocupación creciente. De hecho, la mitad de los pacientes con demencia han tenido como mínimo un accidente antes de dejar de conducir. La demencia leve en la persona de edad avanzada permite llevar una vida social y familiar aparentemente normal, pero puede interferir gravemente en la capacidad para conducir automóviles.  

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