Déficit de atención en la conducción
Hay personas que sufren déficit de atención, y esta problemática trasladado a la conducción supone un inconveniente para la seguridad vial.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (conocido como TDAH), comúnmente aparece durante la infancia y afecta a la conducta generando inconvenientes en su rutina diaria y en sus relaciones personales.
Los signos que más suelen presentarse en la infancia como indicadores de ésta condición suelen ser:
- Dificultad para concentrarse y prestar atención; distrayéndose con facilidad.
- Hiperactividad
- Impaciencia
Como se puede observar, las características que se pueden presentar apuntan generalmente a problemas para concentrarse, alteración nerviosa e irritabilidad; que afectan directamente la manera de conducir y la relación con los demás conductores.
Este trastorno, es una condición con la que se debe convivir siempre; y al igual que los más pequeños que se enfrentan con dificultades para desarrollar sus actividades diarias, los adultos que padecen déficit de atención e hiperactividad también se encuentran con complicaciones cuando realizan sus acciones cotidianas.
La detección y diagnóstico durante la infancia suele ser difícil, ya que la línea que separa a un niño que es de carácter impulsivo (casi todos lo son) y uno que padece un trastorno, en ocasiones es muy delgada.
Por lo tanto, hay personas que llegan a la edad adulta ignorando que poseen este trastorno y que es absolutamente tratable si se ponen en manos de un especialista en la materia.
Puntualmente en lo que respecta a la conducción, puede interferir negativamente ya que, para llevar adelante esta tarea son necesarias ciertas funciones cognitivas que se ponen en jaque, como lo son la atención y la concentración, fundamentales a la hora de conducir; poniendo en peligro tanto al conductor como a sus acompañantes, así como al resto de conductores y peatones.
Manejar, no implica únicamente el uso de funciones cognitivas, sino también se ponen en juego el temperamento y personalidad de cada individuo. Es decir, que una persona que padece este trastorno, supone un desorden organizativo en el tiempo y falta de planificación en las acciones; encontrándose con comportamientos que irrumpen con las cuestiones básicas necesarias a la hora de ponerse frente a un vehículo, como lo son:
- Poca concentración y fácil distracción durante la conducción.
- Impaciencia en situaciones de tránsito y con el resto de los conductores.
- Tendencia a aumentar la velocidad
- Impulsividad en las reacciones y maniobras bruscas.
Teniendo en cuenta estas características, la conducción en personas que manifiesten trastornos agudos con falta de atención y concentración podría ser riesgosa, sin embargo, existen tratamientos que pueden favorecer esta condición, pero se deberá tener especial atención a los posibles efectos adversos que pueda llegar a tener una medicación a la hora de conducir.