Posted on / by admin / in Noticias

Las pestes

El mundo siempre fue complejo, basta señalar las grandes guerras llamadas mundiales, si bien ha pasado mucho tiempo  seguirán persistiendo en la historia mundial. Las grandes conmociones sociales  dejaron su marca y esta pandemia también lo hará; no saldremos indemnes de ella, algo o mucho, acabará modificándonos, aunque tan solo sea por la experiencia de haber sido protagonistas de un hecho histórico que paralizó al mundo. 

 Los testimonios sobre plagas inundan la literatura desde todos los tiempos y en todos sus géneros. Las enfermedades contagiosas fueron una constante desde que el hombre existe, las pestes devastaron las ciudades y al expandirse por distintos territorios dejaron un censo de mortalidad que resulta asombroso e inquietante. 

 Se sucedieron grandes crisis sociales que afectaron estrepitosamente la vida y la psiquis humana; curiosamente a alguna de ellas también se la identifica como la primera guerra bacteriológica. Las medidas que se tomaron hacían hincapié en la higiene y en la limitación de la circulación de personas y mercaderías. A los infectados se los aislaba en instituciones destinadas a los enfermos (apestados) y al morir su ropa era quemada y se los enterraba en una fosa común que se encontraban en zonas apartadas de la ciudad. Las consecuencias psicológicas fueron devastadoras; muchas personas se acercaban a Dios; otros escapaban de las ciudades buscando refugio en los lugares que suponían no contaminados al mismo tiempo que iban diseminando la enfermedad. Algunos encontraron otra opción: desconocer las reglas y vivir al máximo, cometiendo todos los excesos posibles antes que la muerte los encontrara. 

Las restricciones al libre albedrio es una situación que no pueden soportar y la violación a la prohibición es un acto alternativo al padecimiento psicológico que suele ir liderado por la angustia y acompañado de irritabilidad, insomnio, cansancio extremo, ira y hasta depresión.  Donde se necesita buscar, que el miedo cumpla la función de protección y no de inmovilizarlos. Las restricciones que se imponen siempre van a causa malestar, un malestar que es propio de vivir en la cultura. 

 Se necesitará de una idea, un lugar, al menos en la fantasía, que permita sortear los inconvenientes y la descarga del monto excesivo de ansiedad para poder tomar distancia del presente y proyectarse a un futuro que se presenta incierto. Pensar, quizás, en otras formas de vivir la vida incentivando la creatividad, sin olvidar la fuerte marca de incertidumbre que dejará para siempre el coronavirus. “Sin embargo, esto terminará por pasar también.  De nada sirve quedarse mustios. 

Sobrevendrán graves daños psíquicos a causa del virus, obviamente, pero también a causa del encierro, los miedos y el acrecentamiento de las patologías prexistentes que impactaran en la vida psíquica y física de las personas, sumado a ello las perturbaciones que se sucederán en el ámbito económico y de las relaciones sociales que al día de hoy ya se encuentran suficientemente alteradas.  

El avance de la ciencia y la tecnología nos permiten encontrar respuestas a muchos de los interrogantes que se nos presentan. Sin embargo y en pleno Siglo XXI, con una tecnología de avanzada y comunicaciones interconectadas e instantáneas, nos topamos con la misma incertidumbre que han sufrido nuestros antepasados. 

Mientras que las redes sociales exponen permanentemente métodos y consejos para afrontar el aislamiento social, ofreciendo actividades pagas y gratuitas que ayudaran a soportar el encierro proponiendo espacios de meditación y cursos de todo tipo que van desde las manualidades a los ejercicios físicos, incluso se recomiendan confeccionar “tapabocas”, palabra muy controversial si hablamos de sufrimiento psíquico.  

Pero no todas las personas poseen los mismos recursos y no todos reaccionan a los hechos de la misma manera, mucho menos si el peligro se presenta como una situación colectiva, angustiante y preocupante pero sobre todo real…  

Deja una respuesta